• 29/08/2022
  • J. Alfredo González Quintana
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Invitando a un nuevo paradigma educativo a través del mindfulness

La realidad actual ha puesto de manifiesto las carencias de los modelos educativos que hemos heredado de la era industrial. Dichos modelos han estado basados en la competitividad, búsqueda incesante de resultados y de adquisición de conocimientos; en resumidas palabras, orientados principalmente en el modo “HACER”. El eje central ha girado en convertir a las personas en individuos formados, cada vez más productivos y competentes, instruidas para rendir al máximo nivel en las diferentes áreas del conocimiento humano.

Factores recientes como la situación de pandemia vivida, el calentamiento global progresivo del planeta o la era de hiperconexión digital a todos los niveles, entre otros, están produciendo enfermedades mentales en edades cada vez más tempranas. La ansiedad o la cada vez más mermada atención, con pobres o ausentes recursos personales de regulación emocional son algunos de los síntomas, cada vez más frecuentes que los docentes están observando en las aulas. Estas son algunas de las señales que están indicando que el paradigma educativo que hemos heredado es ineficaz para responder a los desafíos actuales.

Aquí surge la invitación de aprender de los errores del pasado para, lejos de repetir los sistemas educativos arcaicos y obsoletos, centrados en engordar nuestros “mini yoes” en realizar cambios coherentes. Dando lugar un nuevo resurgir, transformando los sistemas actuales en una educación, una humanidad, basada en el “ SER”. Es decir, en incorporar recursos en las aulas que fomenten la cooperación, el respeto a la naturaleza, las diferencias individuales y la compasión

El mindfulness surge como invitación a desplegar una forma de vida más respetuosa con uno mismo, con los demás y con nuestros entornos, a todos los niveles. Los seres humanos tenemos la capacidad de vivir más centrados en nuestros recursos atencionales y energéticos, más conectados con las necesidades de nuestro cuerpo, utilizando la mente como herramienta para su cuidado no como una mente especializada en la mera resolución de problemas. Podemos aprender a escuchar esa voz interior que indica qué nos conviene y qué no, qué nos hace sentir bien y qué no nos beneficia y debemos soltar. Es decir, enseñar a nuestro alumnado a vivir conectados con su ser, lo que daría como resultado a una educación para la felicidad, que poco o nada tiene que ver con convertirnos en profesionales competentes. 

Podemos enseñar a vivir con un “sistema inmunológico emocional” fortalecido que nos permita aceptar la realidad de una manera abierta e incondicional. El camino del mindfulness ha puesto de manifiesto que las personas que cuentan con un trabajo personal en esta línea están viviendo la incertidumbre de esta época convulsa de la historia de la humanidad actual con más calma, confianza y respeto. Siendo precisamente las que están dando ejemplo, con sus acciones, de que detrás de esta realidad difícil se esconde una oportunidad única, para realizar los cambios que nuestra especie y el planeta necesitan. No hay otro momento, hay que actuar, pero para eso habría que empezar aquí y ahora

J. Alfredo González Quintana, PhD

Estudio de mindfulness “ El Faro”.